Hacia un Composicionalismo Sensato

Las teorías composicionales del contenido son un caso especialmente interesante de teorías científicas, ya que sus explicaciones caen en el punto medio entre dos tipos más generales de explicaciones científicas: las explicaciones parte-todo (Winther 2011), es decir, explicaciones en las cuales algo es explicado, o bien apelando a la función que juegan dentro de un sistema más grande del que son componentes, o a las funciones que juegan sus componentes, y las explicaciones nomológico-deductivas, donde un fenómeno se explica al identificar la ley general de la cual se deduce. Las explicaciones que surgen de una teoría composicional son tanto parte/todo como nomológico-deductivas. Dada la importancia del concepto de función en este tipo de explicaciones, yo prefiero llamar a este tipo de explicaciones funcionales.

Aunque es común hablar de la composicionalidad en singular como una virtud de las teorías del significado, no existe tal cosa como un principio de composicionalidad que deba hacer verdad una teoría para ser composicional. En su lugar, a lo más podemos hablar de un esquema de composicionalidad como el siguiente:

Formulación presumiblemente neutral de la composicionalidad: Un lenguaje L es S-composicional para una propiedad S (intuitivamente, su significado o contenido) definida sobre dicho lenguaje si hay dos subconjuntos recursivos (i.e. recursivamente definibles, es decir, que existe una regla calculable que define cada uno de los conjuntos)
 de expresiones (llamada “vocabulario”) y E (de “enunciado”) en el lenguaje L tales que existe una función recursiva F que asigna a todo enunciado e en E una función recursiva Ce=F(e) (conocida como su “forma”) de n (el conjunto de secuencias de n palabras en el vocabulario, donde n es algo así como el número de palabras en el enunciado) a una clase de equivalencia F[e] subconjunto de E tal que para todo e’ en F[e], existe una secuencia <w1, w2, … wn> tal que Ce(w1, w2, … wn)=e’ y F(e)=F(e’), una función recursiva I (de interpretación) tal que S(e)=I(Ce, S(w1), S(w2), ... S(wn)).

En otras palabras, un lenguaje es composicional en su contenido si el contenido de sus expresiones complejas está determinado recursivamente a partir del contenido sus sub-expresiones componentes.

Dado que éste es un esquema de hipótesis, puede concretizarse de varias maneras dependiendo de cómo interpretemos cada una de sus variables L, S, E, ∑,  F, e I. En otras palabras, qué entendamos qué deba ser necesario para que una teoría sea composicional dependerá:
  1. L: ¿De qué lenguaje hablemos: de algún lenguaje formal en particular o de cualquier lenguaje formal, del lenguaje natural en general o de algún lenguaje natural en particular, etc.?
  2. S: ¿Qué noción de contenido nos interesa explicar composicionalmente: significado en un sentido amplio o condiciones de verdad solamente, por ejemplo?
  3. E: ¿El contenido de qué expresiones queremos explicar? ¿Qué noción de enunciado o expresión compleja manejaremos?
  4. ∑: Una vez fijado el lenguaje, es necesario definir cuáles de sus expresiones consideraremos básicas, ya que a partir de su contenido (el cual es considerado dado) debemos componer el contenido de las expresiones complejas en E.
  5. F: ¿Cuál es la forma lógica de las expresiones del lenguaje?
  6. I: ¿Cómo componemos el contenido de las expresiones complejas a partir de sus componentes básicos?

Estas hipótesis metodológicas se pueden entender de una manera débil o de una manera fuerte. Si adoptamos la composicionalidad como una hipótesis metodológica débil, lo que asumimos es que queremos construir un modelo de cierto aspecto del contenido del significado apelando a una teoría composicional, reconociendo que como casi cualquier modelo científico, éste es una abstracción, una idealización con excepciones e imprecisiones, pero que debe evaluarse no tanto pro su fidelidad al fenómeno sino por la luz que arroja sobre éste.

En un sentido fuerte, se asume que estamos tratando de describir la estructura real del fenómeno lingüístico bajo estudio, pro lo que no admitimos la posibilidad de excepciones o imprecisiones. Dos actitudes hacia la composicionalidad en sentido fuerte: la Naturalista y la Analítica:

Analítica: La composicionalidad es un principio metodológico para explicar aspectos metafísicos, epistemológicos y de aprendizaje del significado, entre otros. Desde una perspectiva metafísica, nos sirve para determinar de qué depende que una expresión tenga el significado que tiene (y no otro), de tal manera que dos expresiones complejas con los mismos componentes y compuestas de la misma manera no pueden (metafísicamente) sino tener el mismo contenido. Desde una perspectiva epistemológica, nos dice de qué podemos inferir que una expresión tenga el significado que tiene (y no otro), de tal manera que si sabemos (i) cuáles son los componentes de una expresión, (ii) el contenido de dichos componentes y (iii) cómo se componen (es decir, su forma), tenemos la suficiente información para conocer el contenido de la expresión original.

Desde la perspectiva analítica, asumimos composicionalidad y hacemos investigación empírica para determinar cuales son los componentes de una expresión, el contenido de dichos componentes y cómo se componen (es decir, su forma). De tal manera que las verdaderas hipótesis empíricas son éstas.

Motivación a favor de la composicionalidad: La motivación central detrás de la búsqueda de una teoría composicional del significado lingüístico es dar una explicación simple de ciertas características del lenguaje natural, como su productividad y sistematicidad (Fodor & Lepore 1991, Fodor 2001), la manera que la aprendemos (especialmente como segunda lengua), la existencia de inferencias formales, etc.

Argumentos contra la composicionalidad: Dado que cada hipótesis de composicionalidad afirma la existencia de una función recursiva del contenido de los componentes al contenido del todo, los argumentos en contra de la composicionalidad pueden clasificarse con naturalidad en dos tipos generales: argumentos en contra de que haya una función del contenido de las partes al contenido del todo y argumentos en contra de que dicha función (si existe o existiera) no es o sería recursiva. Los así-llamados problemas de falla de sustitución son problemas del primer tipo., mientras que los problemas del segundo tipo, comúnmente apela a alguna versión del problema del marco, aunque sea de manera implícita (Weiskopf 2007).

Los problemas de sustitutividad son problemas para las hipótesis de composicionalidad porque ellas implican algún principio de sustitución:

Formulación presumiblemente neutral de la sustitucionalidad: Un lenguaje L es S-sustitucional para una propiedad S (intuitivamente, su significado o contenido) definida sobre dicho lenguaje si hay dos subconjuntos recursivos (i.e. recursivamente definibles, intuitivamente, esto quiere decir que es calculable)
 de expresiones (llamada “vocabulario”) y E (de “enunciado”) en L tales que para cualquier par de miembros de E (de enunciados) e y e’, tales que F(e)=F(e’)=C (es decir, que compartan la misma forma lógica),  C(w1, w2, …, wi, … wn)=e y C(w1, w2, …, wj, … wn)=e’ donde (w1, w2, …, wi, … wn) y C(w1, w2, …, wj, … wn) difieren, a lo más, en que por lo menos una ocurrencia de wi en la primer secuencia ha sido sustituida por wj en la segunda, S(e)=S(e’).

El principio de sustitución es más débil que el de composicionalidad, porque para que sea verdadero basta que haya una función del contenido de las partes al contenido del todo, y no dice nada sobre el tipo de función que debe ser (es decir, no demanda además que la función sea recursiva).

Los problemas de falla de sustitución de nombres correferenciales en reportes de creencia no son los únicos problemas contra el principio de sustitución (y, ergo, contra la composicionalidad), pero sí han sido los más recalcitrantes. Otros casos que se han propuesto como contra-ejemplos a dicho principio son las comillas (Davidson 1979), los contextos modales (Quine 1960), etc. (Saul 2007).

¿Qué tipo de problema es la falla de sutitucionalidad? ¿Se trata de algo cognitivo, lingüístico, epistémico, o metafísico? Aquellos que piensan que el problema es lingüístico piensan que la pregunta fundamental es ¿qué característica del lenguaje se manifiesta en esta (aparente o genuina) falla de sustitutividad? La explicaciones composicionales se sitúan en este nivel: piensan que el problema es ante todo lingüístico y, como veremos adelante, que la solución es corregir la teoría, encontrando la formulación correcta de la hipótesis composicional. Quienes piensan que la falla de sustitución es un fenómeno genuino y piensan que, por esa razón, debemos de dejar de buscar explicaciones composicionales del significado, siguen sacando consecuencias lingüísticas de las fallas de sustitución, pero no por ello piensan que el fenómeno sea, ante todo, lingüístico. Por el contrario, van a buscar la fuente de la falla de sustitución en otro lado, ya sea apelando a la estructure metafísica de las creencias mismas, el papel que juegan los nombres en la cognición, la manera en que psicológicamente procesamos nuestras creencias o alguna combinación de estas.

Entre aquellos que argumentan contra la posible recursividad de la composicionalidad se encuentra Daniel A. Weiskopf (2007) para quién la existencia de nominales compuestos representa un serio reto a la teoría de composicionalidad. En Español, un caso similar resulta de analizar el comportamiento semántico de la palabra “de”. Si el español fuera composicional, habría una función recursiva que nos dijera qué contribución hace esta proposición cada que se usa. Sin embargo, son tantas y tan variadas las relaciones que puede expresarse a través de esta preposición, que es difícil de ver cómo éstas podrían ser humanamente computables, es decir, que exista una función que nos diga qué aspectos de la expresión y su contexto habríamos que determinar para saber a qué relación en particular nos referimos en cada caso. Problemas similares surgen del uso de expresiones idiomáticas 

Respuestas analíticas: Dada la flexibilidad del esquema de composicionalidad arriba expuesto, es relativamente fácil sacarle la vuelta a los contraejemplos cambiando el valor de las variables hasta encontrar una nueva formulación de la hipótesis de compsocionalidad. Esto se ha hecho mucho a lo largo de los últimos cien años en filosofía del lenguaje, proponiendo cambios en la noción de contenido (por ello Frege introdujo sus nociones de contenido conceptual, referencia, sentido y color, por ejemplo, y Scott Soames introdujo su distinción entre las condiciones de verdad semánticamente determinadas y la proposición pragmáticamente expresada en el contexto, etc.) lo que se considera como vocabulario básico (por ejemplo, introduciendo elementos que intuitivamente no parecerían básicos, ya sea alocuciones, variables escondidas o elementos contextuales, como por ejemplo sugieren Pagin y Westertähl, Stalnaker o su servidor), cómo se determina la forma lógica de un enunciado (postulando una estructura profunda, en contraste con la superficial más intuitiva), etc.

La respuesta de Frege es analítica porque trata de recuperar la composicionalidad cambiando el valor de la variable S (es decir, dando una caracterización sui-generis del significado de las expresiones del lenguaje) de tal manera que le asigne a cada expresión, no uno sino dos valores semánticos: su referencia y su sentido, i.e. S(e)=<r. s>. Russell, pro su parte, trata de recuperar la composicionalidad manipulando la función F (es decir, postulando una nueva forma lógica no-superficial). En ambos casos, las aparentes fallas de sustitución no son tales. Tampoco son tales en el caso de Scott Soames, quién también busca su solución manipulando la función S, otra vez haciéndo una distinción al interior de nuestra noción intuitiva de significado, entre condiciones de verdad y contenido de una oración en tanto que proposición estructurada, o entre contenido semántico e información comunicada en un acto de habla 

Kripke (1979), por su parte, cree que la falla de sustitutividad es real y trata de mostrar que cualquier estrategia tipo Fregeana (i.e. cambiando la función S) está destinada al fracaso, buscando un ejemplo de falla de sustitución que no es de términos coreferenciales, sino del mismo término. Esta es la importancia del ejemplo de Paderewski de Kripke. La moraleja que parece seguirse del trabajo de Kripke es que si hemos encontrarle sentido al fenómeno, deberá ser de manera extra-lingüística. El primer intento en esta dirección fue el de Crimmins y Perry (1989). Su propuesta contiene dos tesis metafísicas: una sobre la naturaleza y estructura de las creencias como objetos, i.e. que son cuadráticas, y otra sobre la existencia de componentes inarticulados en las proposiciones (de reporte de creencia); además de otra tesis cognitiva (sobre el papel de ideas y nociones en la cognición humana). De esta manera, mueven la explicación del campo del lengauje al de la creencia y la cognición.

Una de las primeras cosas extrañas que empezamos a ver en Crimmins y Perry (y otras propuestas posteriores como la de Recanati) es que, pese a que rechazan las hipótesis composiconales, tratan de mantener algo cercano a ellas, presumiblemente para rescatar su plausibilidad inicial. En el caso de Crimmins y Perry, este algo es el principio de Inocencia Semántica,i.e. la tesis de que el contenido de una oracion no cambia dentro y fuera de un reporte. Mantener IS en cara al rechazo a Composicionalidad es extraño, entre otras razones, porque si no hay composicionalidad ¿cómo podemos hablar del contenido de partes de una oración?

La propuesta de Richards (1990) mezcla elementos lingüísticos con metafísicos. Su propuesta se basa en una tesis metafísica sobre la creencia (i.e. que es tripartita: que algunas ascripciones de creencias puden implicar no sólamente que una proposición particular es creída, sino también que es creída de una cierta manera — esto es, que es creída bajo un cierto tipo de significado), pero además de postular una ambigüedad en el verbo “creer”, su propuesta es eminentemente lingüística porque el nuevo tercer elemento involucrado en la creencia es lingüística.

La propuesta de Recannati (1993) sigue por líneas similares a las de Richards, y Crimmins y Perry, pues trata de manetener IS (y, por lo tanto, RD) y rechazar composicionalidad, incorporando la idea de que hay elementos que no forman parte del enunciado (en su caso, como en el de Soames, elementos contextuales) pero sí afectan su contenido. La diferencia es que, meintras que Crimmins y Perry piensan que estos afectan el contenido de los enunciados de reporte de creencia sin afectar el contenido de los enunciados que reportan la creencia creída, para Recanatti, afectan primariamente el contenido de esta última y por ello la de la primera.

Al igual que la de Recannati, la propuesta de Stalnaker (1987, 1988) es eminentemente lingüística: Cambia  el rango de S de tal manera que, si bien los nombres refieren a objetos, las proposiciones ya no son entidades estructuradas a la Russell (y Crimmins y Perry), sino conjuntos de mundos posibles. Contra Richards, Crimmisn y Perry, pero al igual que Frege, Russell, Soames, y Recannati, mantiene la concepción relacional (díadica) de la creencia, pero al igual que Recannati y Soames reconoce que aspectos contextuales afectan sustancialmente la proposición comunicada pragmáticamente por un enunciado en un contexto (pero, a diferencia de Soames, y junto con Recannati, rechaza la idea de que haya otro contenido además de éste). Lo interesante es que, el modelo vuelve a ser composicional, pero rechaza el principio de insensibilidad contextual implícito en la mayoría de sus aplicaciones, en este sentido, podemos decir que su cambio es esencialmente a E  (i.e.e al conjunto de elementos relvantes para juzgar el contenido de una expresión) y F de tal manera que ésta siempre es sensible al contexto.

Las propuestas de Richards, y de Crimmins y Perry y de Recanatti se asemejan en que postulan un cambio al nivel de qué elementos determinan, no tanto el contenido de los enunciados sino de (algunas de) las proposiciones que estos expresan (a saber, las de reporte de creencias). Así pueden rescatar también la tesis de referencia directa.

Obviamente, manipular la interpretación de las variables tiene su costo, se corre el riesgo de terminar con una formulación llena de nociones ad-hoc o de escaso valor explicativo (la noción de “proposición mínima”, por ejemplo). Dado el riesgo de trivialización de la composiconalidad por tanta flexibilidad, a la postura que he llamado aquí analítica se le ha contrapuesta otra que aquí llamo naturalista y que bsuca restringir la flexibilidad del esquema:

Naturalista: Pra naturalistas con García-Ramírez y M. Shatz (2011), la composicionalidad es una hipótesis empírica sobre el significado; nos debe ayudar a explicar el procesamiento cognitivo del significado. Según ésta, el proceso de interpretación de una expresión toma como insumos (i) los componentes de una expresión, (ii) el contenido de dichos componentes y (iii) cómo se componen (es decir, su forma), y a partir de ellos obtiene el contenido de la expresión.

Desde la perspectiva naturalista, los componentes de una expresión, el contenido de dichos componentes y cómo se componen (es decir, su forma) deben poder determinarse independientemente de la teoría composicional del significado.

El principio general detrás de la reacción naturalista es el viejo principio realista de que toda ley científica debe involucrar relaciones nómicas entre clases naturales. Dado que cada instancia del principio de composicionalidad se pretende (bajo la concpeción fuerte), en efecto, una ley científica que establece una relación nómica entre ciertas nociones, es sensato demandar que éstas sean clases naturales. Sin embargo, sabemos también que las nociones de clase natural y ley de la naturaleza están tan íntimamente relacionadas que no es posible siempre identificar una independientemente de la otra. De tal manera que demandar que los conceptos que sustituyamos por las variables del esquema deban poder determinarse independientemente de la teoría composicional del significado es una demanda demasiado furte.

El composicionalismo sensato que propongo está de acuerdo con el naturalista en que es necesario restringir las posibles interpretaciones de las variables (y demandar que sean clases naturales) pero no cree que sea posible demandar lo que el naturalista pide para todas las variables.


Referencias
Crimmins, M. and Perry, J., 1989: “The prince and the phone booth: Reporting puzzling beliefs”. The Journal of Philosophy 86, 12, 685-711.
Fodor, Jerry A. 2001. “Language, Thought and Compositionality”, Mind & Language 16: 1–15.
Fodor, Jerry & Ernest Lepore. 1991. “Why Meaning (Probably) Isn't Conceptual Role”, Mind & Language, 6 (4): 328–343.
Gärdenfors, Peter, 1999. Some Tenets of Cognitive Semantics. Jens Allwood y Peter Gärdenfors (Eds), Cognitive Semantics: Meaning and Cognition, 9-36.
García-Ramírez, E., and Shatz, M., 2011: “On problems with descriptivism: Psychological assumptions and empirical evidence”. Mind & Language, 26(1): 53–77.
Kripke, S., 1979: “A puzzle about belief”. In A. Margalit, (ed.) 1979: Meaning and Use. Dordrecht: Synthese.
Pagin, Peter & Dag Westerståhl, 2011. “Pure quotation and general compositionality”,  Linguistics and Philosophy.
Recanati, F., 1993: Direct Reference. Oxford: Blackwell.
Richard, M., 1990: Prospositional Attitudes. Cambridge: Cambridge University Press.
Saul, Jennifer. 2007. Simple Sentences, Substitution, and Intuitions, New York, NY: Oxford University Press.
Stalnaker, R., 1987: “Semantics for belief”. In R. Stalnaker, 1999: Context and Content. Oxford: Oxford University Press.
Stalnaker, R., 1988: “Belief attribution and context”. In R. Stalnaker, 1999: Context and Content. Oxford: Oxford University Press.
Weiskopf, Daniel A., 2007. “Compound Nominals, Context, and Compositionality.” Synthese 156: 161-204.
Winther, Rasmus. 2011. Part-Whole Science. Synthese 178: 397-427.


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