¿Realmente es diferente el relativismo al pluralismo?

En filosofía, siempre que tenemos intuiciones, razones y evidencia encontradas respecto a si una entidad E tiene una propiedad P o no, podemos adoptar una de seis posiciones: 
  1. Monismo Positivo: E efectivamente es P, y nuestras intuiciones de que E no es P están equivocadas, 
  2. Monismo Negativo: En realidad E no es P, y nuestras intuiciones de que E es P están equivocadas,
  3. Dialeteísmo: E es tanto P como no P y nuestro miedo a las contradicciones está infundado, 
  4. Relativismo: hay un tercer elemento involucrado C tal que E es P de acuerdo a algunos Cs y no P desde otros, 
  5. Dualismo de entidades: donde pensábamos que existía sólo una entidad E, en realidad hay dos: E1 y E2 tales que E1 es P y E2 no, 
  6. Dualismo de propiedades: donde pensábamos que existía sólo una propiedad P, en realidad hay dos: P1 y P2 tales que E es P1 y no P2
Una manera conocida de modelar el relativismo es como proponiendo que lo que pensábamos era una relación diádica – entre el objeto y la propiedad que juzgamos debe tener – es en realidad una relación triádica – entre el objeto y la propiedad que juzgamos debe tener y un tercer elemento que, sin perder generalidad, llamaré "la perspectiva" desde la cual lo evaluamos. En otras palabras, si tenemos intuiciones encontradas entre que un objeto O tiene una propiedad P y que no tiene dicha propiedad P, la manera en que el relativismo trata de resolver la tensión es introduciendo un tercer elemento contextual, C, tal que O sea P desde cierto C y no P desde otro C. Por ejemplo, tenemos intuiciones muy fuertes e inconsistentes respecto a si el huitlacoche es delicioso o no; para muchos lo es, para otros, lo contrario. La mayoría de los filósofos adoptan un relativismo de lo delicioso según el cual, el huitlacoche es delicioso para unos y no delicioso para otros. Al introducir la perspectiva desde la cual juzgamos si algo es delicioso o no, resolvemos la tensión entre diferentes apreciaciones estéticas.

En contraste, el pluralista trata de resolver la misma tensión diciendo que donde parecía había un sólo objeto o una sola propiedad, en realidad hay dos o mas. Para el pluralista, al igual que el relativista, la pregunta ¿es O P o no? está mal formulada; pero mientras que para el relativista la pregunta es incorrecta porque sólo se puede responderse en relación a un tercer elemento C, para el pluralista de objetos, la pregunta es incorrecta porque no es O lo que puede ser o no ser P sino una de otras dos o más entidades asociadas O1, O2, O3, etc. Lo mismo sucede en el caso del pluralismo de propiedades. Para este tipo de pluralista, la pregunta ¿es O P o no? está mal formulada porque P no es el tipo de propiedad que puede tener O, sino una de otras dos o más propiedades asociadas P1, P2, P3, etc. 

Para ilustrar el pluralismo, pongamos un ejemplo de pluralismo de objetos exitoso (el caso de predicados es completamente análogo): Es tradicional pensar que propiedades cromáticas como “rojo” y “verde” son inconsistentes, es decir, que lo que es rojo, no puede ser también verde al mismo tiempo. Sin embargo, ¿qué responderíamos a alguien que presentase cómo contra-ejemplo a la sandía, la cual es tanto roja como verde? Lo más obvio sería responder que la sandía no es verde y roja, sino que la sandía tiene partes que son verdes y partes que son rojas (pero ninguna parte que sea verde y roja al mismo tiempo). En otras palabras, cuando decimos que la sandía es verde, en realidad queremos decir que la cáscara (o epidermis) de la sandía es verde; cuando decimos que la sandía es roja, en contraste, queremos decir que su pulpa (o endocarpio) es roja. En otras palabras, cuando parecía que hablábamos de un sólo objeto – la sandía , en realidad hablábamos de dos – su cáscara y su pulpa. Una vez que distinguimos los dos objetos, la tensión se disuelve.

En este momento no se necesita ser demasiado suspicaz para darse cuenta de que la distinción entre pluralismo y relativismo parece haberse diluido, en tanto que parece que lo que ha hecho el pluralista no ha sido sino lo mismo que el relativista, es decir, introducir un tercer elemento respecto al cual el objeto puede tener o no la propiedad en cuestión. En este caso, ha introducido la noción de parte cómo un tercer elemento relativo a el cual lo sandía puede ser tanto verde como roja. Tal parece que lo que ha hecho el pluralista es sustituir la relación diádica entre objeto y color para convertirla en una relación triádica entre objeto, color y parte, lo cual es la definición misma de relativismo. De esta manera, se vuelve muy sencillo convertir cualquier relativismo en un pluralismo. Basta decir que cada vez que parece que adoptamos una perspectiva distinta, estamos hablando en realidad de un objeto distinto (el objeto desde la perspectiva) para convertir una teoría relativista en una teoría pluralista. Y parece también muy sencillo convertir cualquier pluralismo en un relativismo. Basta decir que cada vez que hablamos de aparentes objetos o propiedades distintas, estamos en realidad hablando del mismo objeto y la misma propiedad, pero desde perspectivas distintas. En otras palabras, podemos fácilmente pasar de un relativismo que nos dice que en objeto O sólo puede tener una propiedad P relativo a una perspectiva C, a un pluralismo que nos diga que no es el objeto O mismo, sino O-relativo-a-la-perspectiva-C el que puede tener la propiedad P; e igualmente podemos fácilmente pasar de un pluralismo que nos diga que no es el objeto O mismo, sino una de otras dos o más entidades asociadas O1, O2, O3, etc. las que pueden tener la propiedad P, a un relativismo que nos dice que un objeto O sólo puede tener una propiedad P relativo a aquella perspectiva que nos permite distinguir entre O1, O2, O3, etc. ¿Cuál entonces es la supuesta diferencia entre ser relativista y dualista?

La diferencia epende de la naturaleza misma del tercer elemento en cuestión. Para que el relativismo sea una propuesta viable, este tercer elemento debe ser lo suficientemente autónomo como para jugar un papel del mismo nivel que los del objeto y la propiedad. Así por ejemplo, los filósofos aceptan un relativismo de lo delicioso en gran parte porque creen que el tercer elemento relevante en su teoría – las personas – es algo que ya aceptamos que existe por razones independientes. En contraste, no pensamos en las partes como entidades independientes de aquello de lo que son parte. Por eso preferimos un pluralismo sobre el color en vez de un relativismo. Además, los objetos a los que apela este pluralismo – las partes del objeto – son entidades que también son aceptables dentro de nuestra ontología independientemente de cómo concibamos la relación entre colores y objetos. Estructuralmente, no hay gran diferencia entre las propuestas relativista y pluralista; la diferencia fundamental es en cómo dividen la realidad, es decir, en el tipo de entidades que forman su ontología, y para dar una explicación satisfactoria del fenómeno deben darnos buenas razones para aceptar que las entidades que postulan existen efectivamente y no son meras postulaciones ad-hoc para evitar caer en contradicciones o monismos.

En resumen, cada una de estas siete posiciones tiene sus retos y virtudes. El monismo positivo tiene que mostrar porqué tenemos la intuición de que E no es P pese a que es falso, mientras que nuestras intuiciones de que E es P sí son confiables; el monismo negativo tiene que mostrar lo contrario. El dialeteísmo tiene que mostrar cómo es posible que haya contradicciones genuinas en el mundo. Contra el monismo, el relativismo debe mostrar cómo el que entidades como E tienen propiedades como P efectivamente depende de C; contra el dualismo, el relativismo debe mostrar que C es un aspecto genuino de la realidad y no algo que se ha postulado ad-hoc para conciliar nuestras intuiciones en conflicto, es decir, debe mostrar que la existencia de C se manifiesta de otras maneras. Los dualismos a su vez deben mostrar que las distinciones que postulan no son ad-hoc sino que su postulación sirve para dar cuenta de otros fenómenos independientes. En contra del relativismo, deben argumentar que ese tercer elemento que los relativistas postulan no es autónomo sino que sólo es una manera de determinar los verdaderos objetos de los que se predica el predicado y que no tiene otra función más que ésa.

Comentarios

  1. ¿Has pensado Doctor en un ejemplo afín a los discutidos en ética? Aunque el de la sandía me parece muy clarificador para los fines de de esta publicación, creo que en el caso de la filosofía moral habría que considerar -o se consideran ya- otros factores. Quisiera saber que consideras al respecto.

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