Reducción Ontológica

En el post anterior, hable de la necesidad de aquellos que creen que ciertos tipos de entidades no existen realmente de explicar porqué nos parece que sí existen. En otras palabras,  tiene que explicar de qué hablan, por ejemplo, los enunciados verdaderos que parecen decir cosas sobre objetos que, según ellos, no existen. Para lograr esto, la estrategía más común entre los que piensan que la realidad es homogénea, desde Platón hasta nuestros tiempo, es argumentar que la aparente hetorgeneidad de la realidad sólo pertenece al lenguaje, la experiencia y/o el pensamiento, es decir, que no existe en la realidad sino que se la añadimos nosotros; que lo que los otros filósofos consideran diferentes maneras de ser de las cosas, en realidad no son más que diferentes maneras de experimentar, hablar o pensar la realidad.  En consecuencia,  necesita mostrar que nuestra experiencia, pensamiento y lenguaje no son confiables guías hacia la realidad. En consecuencia, debe traducir lo que decimos, percibimos y pensamos, de manera que quede claro que, aunque parezca lo contrario, nunca nos referimos sino al único tipo de entidades que realmente existen.


Sin embargo,  no cualquier traducción o asignación de hechos que involucren entidades de un tipo a enunciados (o pensamientos o percepciones) verdaderos cuenta. No hay consenso sobre exactamente qué es necesario para que una asignación de hechos a enunciados cuente como una reducción efectiva, pero comúnmente se dice que dicha asignación debe ser (1) sistemática, (2) total, (3) respetar lo más posible nuestras intuiciones sobre de qué tratan nuestros enunciados y, lo que es más importante, (4) debe armonizar con nuestra epistemología. Muchos filósofos (por ejemplo, van Riel 2011 o McCauley 1981) añaden también la condición extra de que, (5) al traducir los enunciados, éstos deben sernos mas claros, es decir, que la reducción también debe ser o estar ligada a algún tipo de explicación. 


Es difícil especificar exactamente qué se requiere para satisfacer cada uno de los criterios antes mencionados. Por ejemplo, ¿qué significa decir que la traducción debe ser total? Por un lado, parece intuitivo que basta con que un enunciado verdadero que prima facie trate sobre un tipo de objetos X no pueda ser traducido a un enunciado, también verdadero, sobre otro tipo de objetos Y para decir que no hemos eliminado la necesidad de seguir considerando a los X en nuestra ontología. Sin embargo, muchos filósofos han argumentado que es de esperar que una reducción correcta no sea total en este sentido. Por ejemplo, Davidson ha argumentado que lo único que es necesario para lograr una reducción adecuada es traducir los enunciados singulares de re. Enunciados generales, por ejemplo, pueden no ser traducibles porque las manera naturales de clasificar los X  no tienen porque corresponder a ninguna manera natural de clasificar los Y, por ejemplo. Otros, especialmente aquellos que piensan que la reducción debe ser también, en algún sentido robusto, una explicación, piensan que el lenguaje que parece tratar sobre los X debe ser, por lo tanto, menos claro o preciso que el lenguaje de los Y. Esto significa que posiblemente habra casos de enunciados sobre X que nos parecerán verdaderos, pero que una vez que vemos cuál es su real contenido tras la traducción al lenguaje mas preciso de Y, nos daremos cuenta de que son falsos (o indeterminados).

Dado que la considero la condición mas importante, me detendré un poco más en explicar la cuarta condición de armonía epistemológica. Esta condición – cuya versión mas conocida tal vez sea la que presenta Benacerraff en su famoso artículo sobre la verdad matemática – está basada en la intuición generalizada de que es imposible conocer la verdad de un enunciado sin hacer algo que de manera central involucre a los hechos y objetos de los que trata el enunciado. Por ejemplo, yo no puedo saber si es cierto que “para que una violeta crezca en una maceta, hay que regarla mucho” si no hago algo que me relacione de alguna manera, directa o indirecta con aquello de lo que trata en el enunciado, es decir, con las violetas y sus condiciones de crecimiento. Puede que tenga experiencia con las violetas y su crecimiento o que haya leído o escuchado a alguien que sí la tiene, etc. De cualquier manera, mi conocimiento debe involucrar de alguna manera eso sobre lo que conozco. Y si bien no hay acuerdo generalizado sobre qué tipo de involucramiento es requerido, sí es ampliamente reconocido que alguno debe darse. Por lo tanto, debemos rechazar cualquier teoría que nos diga que un tipo de enunciados verdaderos tratan sobre un tipo de cosas que no están involucradas en lo absoluto en la manera que solemos conocer si enunciados de dicho tipo son verdaderas. 

Dada la dificultad de realizar una reducción efectiva, filósofos como Ted Sider han insistido que, si bien es cierto que contar con una reducción de este tipo sería ideal, no contar con una no debe considerarse suficiente en sí mismo para concluir que los presuntos objetos que se trataban de eliminar sí existen realmente. [Agradezco a Moisés Macías el señalarme la importancia de este punto]



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